Lecciones clave de Alex Rovira: una charla íntima sobre tiempo y buena suerte
En estos momentos de crisis económica y existencial (no olvidemos que muchas personas tienen más tiempo para pensar), vemos cómo una gran mayoría de hábitos están desapareciendo para aparecer unas formas de trabajo más sencillas, ágiles y accesibles. Algunos divulgadores como Fernando Trias de Bes y Álex Rovira saben explicarlas y ponerlas en marcha de un modo asombroso. En tan solo nueve días, Fernando escribió un libro extraordinario sobre el confinamiento, «La solución de Nash», sobre el que daré mi visión en breve.
Pero hoy quería centrarme en Álex Rovira. Es un número 1, que cuenta con un gran reconocimiento. Antes, para verlo en directo tenías acudir a grandes conferencias o disfrutarlo en breves espacios como el programa de radio «L’ofici de viure». Sin embargo, en este 2020, Álex se ha reinventado, haciéndose más accesible a todo el mundo, ofreciendo su contenido a miles de seguidores mediante su canal de YouTube, en Twitter… Un equipo de unas 20 personas está organizando algo de lo que creo que ni siquiera Álex es consciente: una revolución humanista que permite formarte con alguien que hasta hace unos pocos años era inaccesible económicamente hablando. Hoy, mediante pequeñas píldoras formativas, puedes acceder a su conocimiento, sus consejos, e incluso mantener contacto directo con él de una manera fácil y transparente.
Tuve la oportunidad de conocer a Fernando y a Álex hace ya bastantes años en un congreso mundial sobre la gestión de las personas (antes llamado RRHH). Otro día hablaremos del libro que vuelven a publicar conjuntamente «Los 7 poderes», años después de que publicaran también al alimón «La buena suerte». Hoy quiero recordar la entrevista que tuve con Álex. Os dejo primero unos pocos datos de la carrera de Álex Rovira.
Álex Rovira es profesor de ESADE y colaborador habitual de diversos medios de comunicación tanto nacionales como extranjeros, entre los que destaca El País o la prestigiosa revista japonesa de psicología Psiko. Autor de La Brújula Interior, traducido a nueve idiomas y con un enorme éxito de ventas, y coautor de La Buena Suerte, un triunfo sin precedentes en la literatura de no ficción española, que además fue traducido a treinta y ocho idiomas, vendido millones de ejemplares y fue elegido premio Shimpu al mejor libro del año en Japón en 2004.
También fue autor del libro Los Siete Poderes, cuya primera edición de 100.000 ejemplares en lengua española, fue la mayor tirada de la historia para un libro de narrativa empresarial.
Con una profesionalidad incuestionable, su calidad humana aún va más allá. Su pasión por la psicología, las personas, la sociedad, la investigación, etc., hacen de Álex un ser muy especial. Influenciado por Herman Hesse, Elisabeth Kubler Ross, Victor Frankl, Ken Wilber, Erich Fromm, Antonio Blay, Krishnamurti o Alejandro Jodorowsky, entre muchos otros, señala que para él es una paradoja que se hable de educación y dentro de esa educación no se hable de cómo se crea la conciencia, o de cuáles son en las personas los mecanismos internos emocionales, mentales, actitudinales… centrados en valores, principios, percepciones con todo el esquema que configura nuestro tipo de personalidad y nuestras fortalezas, para extrapolarlo luego al territorio de la empresa o de la escuela.
P: Alex, ¿cómo podemos hacer para que vaya calando tu mensaje en el mundo de las organizaciones que están en nuestro entorno más inmediato?
R: Cualquier mensaje cala por convicción más que por compulsión. Es decir, la integración de un paradigma de pensamiento y de actuación se produce sobre todo cuando alguien que tiene poder dentro de la organización del sistema cree en esa línea de pensamiento. De abajo a arriba es más difícil, sería como una revolución. Es decir, tú puedes crear una célula que contenga una visión determinada, pero si el sistema no cree en aquello, no se va a instalar.
Cuando en la organización las personas con responsabilidad observan que esto es útil para la gestión de la vida, de la comunicación, de las emociones, para entenderse bien con el otro, que le es útil y rentable, es entonces cuando hacen una apuesta en inversión, en formación de arriba a abajo, ahí sí que aquello cala y llega. Pero creo que es un mensaje que no hay que venderlo por los elitismos sino por demostración de que funciona. Es una cuestión de pura inversión.
El Efecto Pigmalión, ¿cómo lo introducirías tú en la organización, a parte también de la formación o de la buena conducta?
El Efecto Pigmalión se articula a partir de la confianza y, por lo tanto, yo creo que una organización que funciona está construida por articulaciones, por vínculos basados precisamente en esa confianza; y la confianza, a su vez, se construye a partir de un comportamiento de integridad y de coherencia, de una expectativa que se ve cumplida, de una acción coherente entre la palabra y el hecho; entonces es puro sentido común.
Si quieres organizaciones con un alto nivel de confiabilidad lo primero que tienes que hacer es ser tú confiable y luego, por supuesto, en los procesos de selección tener muy en cuenta los perfiles de personas que incorporas al sistema, porque a veces una persona que dé al traste con todos estos principios contamina toda la organización. Hay que tener en dicho proceso tan presente el talento como el talante de la persona.
El cambio es una ley universal, estamos en constante cambio. Heráclito decía es imposible bañarse dos veces en el mismo río. ¿Cómo es que nos resistimos a ver esta realidad?
Por pereza, los seres humanos buscamos momentos de placer y de mansedumbre y, aunque eso está bien, debemos tener presente que el veneno está en la dosis.
Y aun así nos cuesta, ¿no?
Todos sabemos que nos tenemos que morir y también se produce esa negación de la evidencia. Sin embargo, llega un momento cuando te vas haciendo mayor en el que llegas a la reflexión al ver las orejas al lobo; entonces te das cuenta de que el cambio siempre ha estado ahí. Viviríamos en un mundo muy distinto si tomáramos conciencia de nuestra fragilidad, de lo efímeros que somos, de que todo es mutable y dual, de la ambivalencia que nos rodea. En ocasiones, a las personas les cuesta reconocer una relación ambivalente con el otro “le quiero pero no le soporto”: eso es perfectamente posible y querer negar eso es falsear la realidad.
En la medida que convives con la dualidad y con la certidumbre de la muerte, te das cuenta de que el cambio es el abono que forma parte de la vida y que hay que aprender a navegar con ello, ¡dispuestos a ganar y a perder! Siendo lo que la vida nos vaya trayendo y cómo lo vayamos gestionando. ¡Ahí está la grandeza de vivir!
Aquellos que tienen más responsabilidad y, por ende, más que perder, sienten miedo al cambio, a salir de la zona de confort por muy angustiosa que sea esta ya que, en definitiva, es la conocida. ¿De qué manera podemos introducir ese cambio, o ver su mejor cara, en el mundo de la empresa?
Sabes… los argumentos racionales no provocan cambio, el pensamiento nos lleva a la conclusión, pero solo la emoción nos lleva a la acción.
La experiencia te acaba demostrando que cuando estás frente a una persona con resistencia al cambio, lo más efectivo es que tome conciencia profunda a nivel emocional de las consecuencias que tiene no cambiar a largo plazo… que lo visualice, que lo anticipe y que lo integre. La gran trampa es que la comprensión racional no garantiza en absoluto la incorporación de los principios que transforman de verdad la vida: el coraje, siguiendo con la responsabilidad, yendo luego al propósito, a la humildad, a la confianza, al amor y a la cooperación. Estos siete principios son básicos. Luego hay otros, como la gratitud que realmente son dialécticos y desde el coraje crece la responsabilidad o te vuelves humilde y entras en una dialéctica de regeneración continua en tu vida; tienes que llegar a ello a partir de darte cuenta de los precios que pagarás si no lo haces.
Entonces, en esa situación, es innecesario vender el cambio como algo positivo. El no-cambio te lleva necesariamente a la muerte. Por lo tanto, si das un paso adelante, sin duda vas a perder algunas cosas pero puedes ganar muchas otras.
Así pues, esas personas que me comentas deben integrar que la esencia del liderazgo depende de una visión compartida, la integridad de saber que todos vamos a una y que somos confiables y luego, sin duda, la pasión.
Vemos que cada vez la gente tiene más ataduras, creencias, hábitos relacionados con el consumo, la hipoteca, etc., y asimismo nos encontramos a más personas que se sienten al límite en sus puestos de trabajo. Esta pregunta va dirigida a personas que dicen “no aguanto más aquí”.
La solución es jugársela, lo que decía Milton Erickson “Si sigues haciendo siempre lo mismo, siempre obtendrás los mismos resultados”.
Frente a la frustración no hay otra alternativa que el coraje o convivir con ella. El coraje, más que la ausencia de miedo, es la conciencia de que algo tiene sentido para abrirte paso a través del pavor, del pánico o del miedo. O eso o cambiar tu actitud. Victor Frankl autor de El hombre en busca de sentido decía: “Cuando no puedas cambiar la situación cámbiate a ti mismo, a partir de un cambio de actitud puedes realizar un cambio de hábitos y rehabilitarte.”
¿Cómo puede llegar a conocer una persona cuál es su trabajo ideal o su objetivo de vida?
Cuestionándose mucho. Primero hay un trabajo que es tomar conciencia de lo que no quieres y eso es terriblemente doloroso porque puedes llegar a cuestionarte cosas en tu vida que toquen los cimientos de tu existencia. Y ahí tenemos una capacidad enorme de autoengaño: en el territorio personal y profesional nos autoengañamos para no tener un cambio doloroso a pesar de que, en tu foro interno, sabes que en aquella estancia, en aquella empresa, en aquel núcleo humano o que aquella persona ya no da más de sí. Por mucho que hayas intentado hablarlo, gestionarlo o arreglarlo.
Les digo a mis amigos: “cuidado con el psicoanálisis, ¡eh!” Porque si te metes y vas a jugar en serio, te vas a encontrar de narices contigo mismo y tendrás que tomar decisiones. Si quieres ser honesto y coherente, tendrás que pagar un peaje muy alto para encontrarte con tu dignidad y tu honestidad.
Otra cosa es que la decisión que tomes sea responsable y respetuosa, pero cuidado con cuestionarte porque no es un juego; es algo que te puede llevar a cambiar radicalmente tu vida y a pagar precios altos para vivir con esa coherencia. De ahí que mucha gente deja un proceso terapéutico en el momento en el que realmente se están cuestionando los cimientos de su existencia.
¿Crees que estamos cerca de que en las empresas occidentales se instalen hábitos y/o disciplinas tan características de empresas orientales como el Feng Shui, Tai Chi, Meditación, etc.?
Sí, aunque con matices. Creo que cada vez vamos tendiendo más a una hibridación, y ahí está la creatividad. Fíjate que muchas de las técnicas de pensamiento paralelo del maestro Edward de Bono pasan por la mezcla o por la fusión. Si te quedas en un pensamiento endogámico, no hay innovación, no hay creatividad.
Ya lo estamos viendo. Si tú miras los contenidos de hace años en un foro como este HSM, era management puro. Actualmente, tenemos una conferencia fantástica sobre el Circo del Sol para hablar de management o te encuentras con una experiencia de relajación y visualización nada más empezar.
Analizando los cambios sociales, las nuevas tendencias en la gestión de personas, podemos intuir que se avecina un cambio de paradigma. ¿Cómo podemos adelantarnos?
No sé si ahora o dentro de un tiempo. Creo que con la “crisis” se acelerará un cambio de paradigma; cuando digo paradigma me refiero a creencias fundamentales. Por ejemplo, el crecimiento sostenible ilimitado no va a dar más de sí, no puede haber un crecimiento ilimitado en un mundo limitado. Eso implicará ajustar muchas cosas, pasar de una mentalidad competitividad a otra de mayor cooperación.
Estos cambios nos obligarán a tener que meter mano a muchas herramientas y recursos de la psicología positiva contemporánea; digo positiva pero no me refiero a la clínica, me refiero a la PNL, al coaching, etc. para generar todo tipo de tensiones hasta llegar a procesos más plácidos. Creo que todo esto ha venido para quedarse.
Una frase transformadora para quien lea esta entrevista. Algo que te haya ayudado a ti a alcanzar tu propio bienestar.
Proust decía: “Aunque nada cambie, si yo cambio todo cambia». O bien, Vicktor Frankl: “Me di cuenta de que cuando el ser humano se enfrenta a una situación que no puede cambiar el reto consiste en cambiarse a sí mismo”.
El cambio que se instala es el cambio de dentro hacia fuera, no de fuera hacia dentro. El cambio necesariamente pasa por cuestionar creencias sean ciertas o falsas, prejuicios, proyecciones, percepciones y, a partir de ahí, se va produciendo un proceso de transformación interior que necesariamente cambia el modo en que interaccionas con el mundo. Aunque para eso tengas que pagar precios muy altos en el proceso porque quizás a largo plazo aportan beneficios sistémicos.
Sí, lo dejaría en: “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia.”