Por qué nos gustan más las mentiras que las verdades

Caer en la tentación de potenciar lo falso resulta muchas veces más sencillo que asumir la verdad. Sin embargo, a largo plazo puede resultarnos perjudicial, sobre todo emocionalmente. Sócrates puso en marcha una estrategia que nos puede ayudar a evitar caer en dicha tentación y, al mismo tiempo. nos hará vivir mejor, estar más en armonía y disponer de más tiempo libre.

En cierta ocasión, el filósofo recibió a una persona que acudía a él con la intención de criticar a uno de sus alumnos. Sócrates respondió a su interlocutor preguntándole si lo que le iba a decir podía superar estos filtros:

1.- Filtro de la verdad: ¿Puedes afirmar con total certeza que lo me vas a decir de mi alumno es verdad? El interlocutor respondió negativamente.

2.- Filtro de la bondad: ¿Lo que me vas a decir de este alumno es algo bueno? La respuesta de su interlocutor fue también negativa.

3.- Filtro de la utilidad. ¿La crítica que vas a exponer resultará útil en algún sentido? La contestación fue idéntica.

A partir de estas tres respuestas negativas, Sócrates hizo una reflexión: «Lo que quieres contarme es algo que no sabes si es cierto, que no es bueno y que ni siquiera es de provecho para nadie. Entonces, ¿por qué hablar sobre ello?». En ese momento, concluyó la conversación

Si todos fuésemos capaces de practicar esta enseñanza de Sócrates, conseguiríamos mejorar muchos aspectos de nuestra vida. Como decía al principio, hemos de tratar de evitar caer en la tentación de lo falso. Es verdad que puede resultar en ocasiones complicado. Demasiadas veces comprobamos que la mentira parece ser siempre más estimulante que la verdad.

Me pregunto en ocasiones cuál es el motivo por el que nos dejamos cegar por las noticias falsas y en el momento en que conocemos la verdad no actuamos con la misma vehemencia y beligerancia. De algún modo, cuando acusamos al vecino con falsedades o rumores infundados, la fuerza de nuestros actos y pensamientos está cargada de resentimiento.

Una guerra que comenzó con una mentira

Pongamos un triste ejemplo. Todo el mundo conoce lo que ocurrió después del 11-S, un trágico paradigma de lo que la defensa a ultranza de una información falsa puede provocar.

Es fácil que recordemos la guerra de Irak. Las cifras de las víctimas que causó fueron espeluznantes:

  • 36.000 soldados americanos muertos.
  • 1.000.000 de muertes en tierras árabes

El responsable directo de aquella terrible guerra fue Dick Cheney, vicepresidente estadounidense durante el gobierno de George W. Bush. Aquellas muertes en Irak tenían una justificación para Cheney: vengarse por el ataque de las Torres Gemelas en que murieron 3.000 personas.

Para lanzar los ataques contra Irak se utilizó una excusa que nunca ha podido ser demostrada: la existencia de armas de destrucción masiva en el país del Golfo Pérsico. Por cierto, en el improbable caso de haber existido esas armas, habrían sido menos mortales que las utilizadas por el ejército estadounidense.

Podéis conocer la historia de Cheney en la película VICE. En ella comprobaréis cómo llegó a convertirse en todo un magnate, enviando a la muerte a sus compatriotas. Mientras tanto, las familias de todos los fallecidos por esa absurda guerra se lamentaban impotentes y desesperados. Y aquí surge una pregunta: en una situación como la sucedida entonces, ¿quiénes fueron los invadidos? ¿Quiénes los invasores? ¿Quién fue el terrorista?

Podemos encontrar más argumentos en contra de esta guerra y referidos a las mentiras asociadas a la misma en los papeles filtrados por Wikileaks y Julian Assange. También tres periodistas honestos, con contactos en el Pentágono, denunciaron los hechos. Su lucha por la verdad estuvo a punto de hacerles perder el trabajo y provocó que recibieran ataques constantes y que fueran repudiados por los suyos.

Hasta The New York Times tuvo que disculparse por su uso de las informaciones tras evidenciarse que, en realidad, se había convertido en un canal de propaganda del Gobierno. Y lo que resulta aún más extraño, ¿un periódico como The New York Times pide disculpas y no se produce una reacción por parte de nadie? Si os habéis quedado con ganas de conocer más en profundidad todo el caso, podéis hacerlo en la película Desvelando la verdad.

Lo cierto es que películas sobre el antes, el durante, o el después del 11-S, existen más de un centenar. También hay decenas de películas que tratan sobre otros genocidios, masacres u homicidios masivos, sobre personas que viven al margen de la ley. ¿Por qué comentamos más unas que otras?

Sucede que injusticias como estas no ocurren únicamente en Asia, EEUU, África, Centroamérica o en el Golfo Pérsico. Esto pasa también en nuestra comunidad, en nuestro barrio… Incluso en nuestra misma escalera de vecinos.

Si algo te indigna, si quieres ser defensor activo de alguna causa, documéntate, participa, toma acción… Pero también dedícale el mismo interés y atención a escuchar a la otra parte, profundiza en la otra versión.

Siempre es fundamental que conozcas todas las partes de una verdad. Ahora bien, evita juzgar aquello que desconoces si realmente no va contigo, si solo quieres envenenar y envenenarte. Has de ser consciente de que puedes dañar a otra persona que no se puede defender.

Así que ya sabes, infórmate, empatiza con la persona que está siendo atacada y cuando venga algún “labios prietos” a llenarte la cabeza contra otro individuo, sigue los sabios consejos de Sócrates.

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